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Cómo la sexología transformó mi vida

  • Foto del escritor: esther cruz linares
    esther cruz linares
  • 3 jul
  • 2 Min. de lectura

(y puede transformar la tuya también)


Por Abigail Martínez S.


En 2017 atendí una llamada que marcó un antes y un después en mi vida. Al otro lado del teléfono estaba Efigenio Amezúa, figura clave en la sexología contemporánea y fundador del Instituto de Sexología de INCISEX.

 Yo, con mucha ilusión y algo de nervios, le pregunté por la formación. Recuerdo que me dijo con serenidad y firmeza: “Aquí no vienes a aprender cosas sobre sexo, aquí vienes a comprender al ser humano en toda su complejidad sexuada.”


Esa llamada fue el primer paso de un viaje profundo, transformador y radicalmente humano. Estudiar sexología no solo amplió mis conocimientos como terapeuta, sino que cambió mi forma de relacionarme conmigo misma, con mis vínculos y con la vida. Como dijo Amezúa en clase una vez: “La sexualidad no es algo que tenemos, es algo que somos.” Y desde entonces, ese ha sido un pilar de mi forma de acompañar procesos terapéuticos.


La sexología me atravesó. No solo me ofreció herramientas teóricas y clínicas, también me permitió entenderme en mi dimensión sexuada: como cuerpo, deseo, historia, afecto y vínculo. Desde ahí, trabajo cada día con personas y parejas que llegan a terapia con preguntas sobre su sexualidad, sus dificultades eróticas, o el deseo que parece haberse dormido.


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¿Terapia sexual o terapia de pareja?


Es una pregunta frecuente. Y la diferencia es importante. La terapia de pareja se centra en el vínculo entre dos personas: su comunicación, su historia compartida, los conflictos o patrones que se repiten. En cambio, la terapia sexual pone el foco en la vivencia erótica de una o ambas personas y en sus interacciones. Puede tratar dificultades como disfunciones sexuales, diferencias de deseo, dolor en las relaciones, inseguridad o bloqueos relacionados con el cuerpo y el placer. A veces, una sesión empieza como terapia de pareja y acaba necesitando un enfoque sexológico. O viceversa. Por eso, integrar ambos caminos es tan enriquecedor.



¿Quieres formarte como sexóloga o sexólogo?


Si alguna vez te lo has planteado, solo puedo decirte: hazlo. Es una formación que no solo cambia la forma en que trabajas, sino la manera en que ves el mundo y te relacionas contigo. No se trata de acumular datos sobre sexualidad, sino de entrar en contacto con lo más humano: el deseo, el cuerpo, el vínculo, el gozo y también el dolor, de reconocernos como seres vulnerables y en falta.


Desde Toma Asiento, mi espacio de psicoterapia y sexología en Madrid y online, acompaño a personas que desean comprenderse mejor, sanar sus vínculos, reconciliarse con su cuerpo y encontrar una sexualidad más libre y auténtica. Si estás en ese camino, bienvenida, bienvenido.


 Aquí tienes un lugar para sentarte, mirar hacia dentro y empezar a construir una nueva forma de estar contigo y con los demás.


*Les comparto esta foto en una visita que hicimos a la Universidad Alcalá. 
*Les comparto esta foto en una visita que hicimos a la Universidad Alcalá. 
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